Cuando ya vi que la compra de una
nueva moto podría ser inminente, empecé a buscar una que le convenciera a mi
padre. Me dijo que como máximo fuera de 125 cc y yo pensaba que con esa
cilindrada correría prácticamente lo mismo una de “Todo Terreno” que una de
carretera y sin embargo un modelo “campero” me permitiría un uso más variado y
divertido, por lo que me decanté por una Bultaco Lobito 125 de la 2ª serie, o
sea las amarillas. Pregunté en el Concesionario Bultaco de Jerez y no estaba “ni
se la esperaba”. También pregunté en Sevilla, donde estaba estudiando, y tampoco
me daban esperanza de que les llegara. Incluso escribí a la propia fábrica y ni
siquiera me contestaron, por lo visto estaban muy atareados en la producción de
motos para los Estados Unidos y no se ocupaban mucho del mercado español.
Y de
otras marcas tampoco había modelos de esa cilindrada que me gustasen, así que
cuando ya estaba un poco desesperado, vi una Montesa Texas 175 en el
Concesionario Oficial de Jerez que, aunque ya era un modelo descatalogado, me
gustaba bastante pero… era de 175 cc. Convencí a mi padre de que a pesar de su
cilindrada no corría mucho y que costaba casi igual que la Lobito, su aspecto y
sobre todo su envergadura eran similares y además ¡estaba allí! Así que me la
compró.
De hecho, hablando del aspecto de la Texas, en los primeros días que la tuve y
paseando con Rita por Cádiz me paró un Policía Municipal para decirme que en esa
moto no podían ir dos personas… ¡pensaba que era un ciclomotor! Luego, cuando
vio la matrícula se dio cuenta, pero menudo chasco que me llevé… y yo que
pensaba que iba en una gran moto. Supongo que la confundiría con una Montesita
50 que llevaba el mismo depósito. Realmente se veía pequeña junto a una Matador,
pero no era para tanto y si no, a las fotos me remito. Pese a todo, al principio
pensaba que no podría hacer las mismas cosas que con la Vespa (me refiero a tomar las curvas y otras "virguerías" que hacía con el escúter) porque la veía
grande y potente pero a los pocos días esa sensación desapareció.
Rita posando con la recién estrenada Texas |
La Montesa
Texas la estrené en Semana Santa de 1972 y después de las vacaciones me la llevé
a Sevilla donde estaba estudiando. En el primer viaje que hice de Cádiz a
Sevilla, aún en rodaje, por el camino me encontré con un R 8 en una gasolinera
al que acababa de adelantar y su conductor se quedó mirando a la moto y me dijo
“como corre”, lo que me sorprendió porque no me daba la sensación de ir
“pegándole”. Y en el segundo desplazamiento de Cádiz a Sevilla, de noche, fui por la
autopista para probar y se fundió, primero la luz larga y luego la de cruce.
Entonces me puse detrás de un coche que me había adelantado para poder ir con
más seguridad, pero su conductor se debió mosquear porque aceleró y me dejó
vendido y a oscuras. Y así, intentando “engancharme” a los coches, llegué a
Sevilla donde un Policía Municipal me paró por ir sin luces y tuve que ir
empujando la moto hasta la residencia donde estudiaba. Si le llego a decir que
venía casi desde Cádiz a oscuras…
En la residencia estudiantil trabé una gran
amistad con Alfonso, magnífico fotógrafo y mejor persona con el que hice
bastantes excursiones con la Texas por las sierras de Sevilla y Cádiz. De
Alfonso son algunas de las primeras fotos que tengo de la Texas y que
revelábamos en el “laboratorio” que tenía en mi habitación de estudiante. Él
vivía en Jerez y muchos fines de semana aprovechaba que yo venía a Cádiz y se
venía conmigo hasta Jerez. Una noche nos quedamos sin gasolina y tuvimos que
empujar la moto durante varios kilómetros hasta encontrar una gasolinera, así
que en esa ocasión parte del viaje lo hizo andando… menos mal que no le cobraba
nada por llevarlo.
En otra ocasión fuimos a ver el Rally Torre del Oro que se desarrollaba en las
sierras Norte de Sevilla y de Aracena. La moto tenía apenas unas semanas y, ya
fuera por el tiempo que estuvo en el concesionario sin vender, o por otra causa,
ese día sufrimos un pinchazo cerca de Aracena. Menos mal que también venía con
nosotros Agustín, que también estaba en la misma residencia y se llevó la rueda
a reparar al taller más cercano. Ya en el camino de vuelta a Sevilla se le
rompió el cable del acelerador y tuve que hacer más de cien kilómetros tirando
del cable con la mano para poder acelerar.
Fotos que me hizo Alfonso en Sevilla |
Otro día fui a un sitio donde
solían quedar los aficionados sevillanos para las salidas todo terreno, pero no
encontré a nadie y me aventuré a seguir sólo por donde me habían indicado que
iban. La verdad es que disfruté mucho, pero llegó un momento en que el sendero
que estaba siguiendo paralelo al cauce de un riachuelo, prácticamente desapareció y caí en el
agua… menos mal que tanto la moto como yo quedamos de pie, pero no la podía
sacar del cauce. Recordé que cerca de allí me crucé con un lugareño que estaba
con un burro. Caminé hasta él y muy amablemente me ayudó a sacar la moto del
agua por el otro lado del río y me indicó el camino que podía seguir hasta la
carretera más próxima. Por un tiempo se me quitaron las ganas de aventuras
campestres en solitario.
Pocos tiempo después, fui desde Sevilla con Alfonso y
otros compañeros de estudios a Olvera, en la provincia de Cádiz, para pasar unos
días en el campo con una tienda de campaña. Alfonso y yo íbamos en la Montesa y
los demás en autobús y dormíamos en una colina cerca de Olvera.
Desde allí hice varias excursiones con Alfonso para buscar la línea de ferrocarril de Jerez a Almargen, pero no pudimos encontrarla. La buscábamos por el nordeste y estaba en el oeste… Esta línea se conoce actualmente como Vía Verde de la Sierra y es perfectamente transitable a pie o en bici y es muy interesante, pues conserva túneles y viaductos, así como estaciones y otras instalaciones. Luego llegué a recorrerla en gran parte ¡por fin! con la Yamaha Superténéré que tuve en los años ’90 antes de que la convirtieran en Vía Verde y ya como tal, la he recorrido un par de veces en bicicleta.
Buscando la vía del ferrocarril abandonado |
Camino de Olvera |
En la Universidad de Sevilla
se organizó un Cursillo de divulgación del Trial en las que el campeón
Pedro Pi, que desarrolló la Montesa Cota, y el entonces Campeón Mundial de la
especialidad, Rob Edwards daban unas charlas-coloquio y al día siguiente unas
clases prácticas en una localidad próxima a Sevilla. También presentaron los
últimos modelos de la marca: King Scorpion Automix y Rápita Automix que llevaban
como novedad el engrase con depósito separado y bomba de aceite que era toda una
novedad en España. Por entonces ya estaba estudiando en Cádiz y acudí con Rita
en la Montesa Texas. Resultó muy interesante y además nos permitió pasar un fin
de semana en Sevilla. Pero las clases prácticas (a las que fui con la Texas)
resultaron un poco frustrantes. Entre que el trial no es lo mío y que la Texas
no era la moto adecuada, tuve una caída en la que rompí el faro y que me quitó
las ganas de seguir haciendo “el cabra”. Además, teníamos que volver a Cádiz con
la moto.
Pedro Pi en el cursillo de Sevilla |
Descansando a la vuelta de Sevilla |
Con la Montesa Texas hice muchas excursiones por la Sierra de Cádiz en incluso algunas de todo terreno:
En Grazalema |
Durante una excursión campera |
y
también algunos viajes como el que realizamos Antonio y yo a Sierra Nevada para
ver una subida automovilística
Antonio y la Texas en el Veleta |
pero sobre todo, el mayor viaje que hice con la Texas fue una casi Vuelta a España inolvidable que he
incluido en este mismo blog y podéis leer pinchando
aquí.
Rita con su Montesa Cota y yo con la Texas |
Después de ese viaje, la Texas se
me quedaba pequeña y al mismo tiempo me iba picando el gusanillo de la
velocidad, por lo que la vendí y con ese dinero y con el de unas clase particulares que
iba dando, me pude comprar una Bultaco Metralla Mk2 de segunda mano pero muy
nueva. Pero antes me atreví a correr una prueba de moto-cross en Chiclana con
mi querida Texas (en la categoría de 250 cc) en la que quedé 6º y último
clasificado, pero al menos terminé las dos mangas entre Bultaco Pursang y
Montesa Cappra.
Entrenando con la Texas |
Compitiendo con la Texas en Chiclana |
Después de venderla, le perdí la pista durante muchos años, hasta que recibí ¡oh sorpresa! un mensaje de un lector del blog que me dijo que la tenía. Se trataba de mi ya amigo Pelayo, buen coleccionista y restaurador (de motos y de restaurante) que la tenía expuesta en lugar preferente de su colección en el pequeño museo de motos-tienda gourmet de productos gaditanos Pelayo Gourmet Cádiz que tiene en la calle Cobos de Cádiz. Recientemente me enteré que la vendió.
Continuará...
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