martes, 3 de agosto de 2021

LA MOTO Y YO (Memorias de un motorista aficionado). 4ª Parte

 

LA CABRA SIEMPRE TIRA AL MONTE: BULTACO PURSANG Mk6

 

Ya dije que no encontraba compañeros para hacer excursiones con la Metralla, unos estaban en el Servicio Militar, otros vendieron la moto y pensé que con una moto de cross podría divertirme en el campo y de paso competir en carreras por la provincia. Rita (que por entonces tenía una Montesa Cota 49) me vio tan entusiasmado que me regaló un remolque para dos motos con el que poder desplazarnos. El problema es que no tenía coche, pero le puse un enganche al Simca 1200 de mi hermano Jose y me lo prestaba de vez en cuando para ir con la Pursang a entrenar o a las carreras. Hice varias en Sevilla, Jerez, Chiclana y sobre todo en la Base de Rota. 

El remolque, en el Simca 1200 de mi hermano.

Finalmente mi padre me regaló un Simca 900 proveniente de la autoescuela y le puse un enganche para el remolque, con lo que ya nos resultaba más fácil trasladar las motos para hacer pequeñas salidas por el campo acompañado por Rita y por supuesto para entrenar y acudir a las carreras.

La Pursang en el remolque, ya instalado en el Simca 900

El remolque con la Pursang y la Cota de Rita


En una prueba de moto-cross en Jerez, valedera para el Campeonato de España en la que los Junior hacíamos de “teloneros” de la carrera del Campeonato, coincidí con Toni Elías (padre) que también era Junior entonces y por poco lo tiro, bueno fue “sin querer”. Cuando Elías iba a doblarme, justo antes de un pequeño salto, se me quedó la moto como en punto muerto porque se había roto la cadena primaria de la transmisión y nos tocamos los manillares, menos mal que no llegó a caerse.

También competí en Sevilla en una de esas carreras patrocinadas por El Corte Inglés, en la que no pude terminar porque en una caída se rompió el pedal del freno y no quise seguir en esas condiciones. A esa carrera asistí con mi hermano y las respectivas novias y recuerdo que con el dinero de la prima de salida nos pegamos una buena comida en una venta con angulas incluidas.

En la carrera de Sevilla

También corrí en Chiclana, donde me gustaba ir porque la gente del Moto Club Chiclanero era muy amable. Ya antes había participado allí con la Montesa Texas e incluso en otra ocasión con una Bultaco Lobito que me prestó un amigo. El circuito era muy curioso porque estaba prácticamente metido en el pueblo y a algunas carreras acudían los mejores pilotos de España.

En los boxes del circuito de Chiclana

Con la Lobito en Chiclana

Dos imágenes de mi participación en Chiclana con la Pursang



Al poco tiempo me tuve que ir a “la mili” a Obejo (Córdoba) y cuando volví al cuartel a Cádiz me dijeron que estaba prohibido montar en moto. Se acabaron las carreras… 

Pero me enteré de que en la Base de Rota los americanos organizaban carreras en un magnífico circuito de moto cross donde no hacía falta licencia para correr y además en el cuartel no se enteraban. A propósito de que no se enteraban: un domingo fui al lugar donde solíamos entrenar, a ver a un amigo que estrenaba una Montesa. Improvisamos un circuito donde anteriormente hubo un camping del Vespa Club de Cádiz, situado junto a la vía del tren. Muy amablemente me la prestó para que diera unas vueltas y no me pude negar. Iba vestido “de calle” con unos vaqueros y unos zapatos “castellanos” y ¡sin casco!. En una de las rectas que estaba muy bacheada, el manillar empezó a oscilar como es natural, pero lo que no era natural fue que ¡de repente se salieron los puños del manillar!. Allí me vi rodando de pie en la moto y suelto de manos, involuntariamente… el batacazo fue inevitable porque además los pies, elegantemente calzados con esos magníficos mocasines, se me resbalaron de los reposapiés. Total, contusión fuerte en la rodilla y magulladuras generalizadas. Estaba hablando del cuartel ¿no?. Pues entre los espectadores ocasionales que acudían los domingos al “circuito” a ver saltar las motos estaba el capitán de mi Compañía que el lunes me estaba esperando “con la escopeta cargada” (es un decir). La verdad es que no me dijo muchas cosas y sobre todo, no me arrestó. Pero se enteraban...


Entrenando en el circuito del Camping Vespa situado a la entrada de Cádiz


Y volviendo al circuito de la Base de Rota, las carreras eran en domingos alternos y constaban de tres mangas de 30 minutos, cuando en España solían ser de dos mangas de 20 minutos, por lo que eran una auténtica paliza. Pero nos gustaba ir a Rita y a mí porque en el mismo circuito ponían un quiosco donde vendían hamburguesas, perritos calientes y latas de cerveza, que aún no se veían en España. Además, los yanquis nos trataban muy bien y había mucho compañerismo. En la Base normalmente no podían entrar civiles, pero como el circuito estaba muy cerca de la valla que la delimita y también de la carretera de circunvalación, en cuanto los americanos nos veían con el remolque y la moto, nos hacía señas para que fuésemos a la puerta de acceso a la Base y allí nos gestionaban un pase para todo el día. Cuando terminaban las carreras nos íbamos al restaurante de la Terminal del aeropuerto militar y comprábamos latas de cerveza y otras cosas que no había en las tiendas españolas.

En una de las carreras en la Base, en un salto de 4ª marcha noté que la rueda delantera estaba inclinada y sin embargo el manillar iba recto… antes de poder pensar nada me vi en el suelo y con la sensación de haber perdido los dientes y un cierto dolor en la pierna. ¡Se había roto el eje delantero! por lo que después del salto aterricé con la horquilla delantera clavada en los radios de la rueda. El circuito era muy largo y con muchas variantes para cambiar el trazado cada semana y la caída fue en un lugar apartado y un poco escondido. Yo estaba como asfixiado y quería quitarme el casco pero no podía… finalmente llegaron otros pilotos y junto con un fotógrafo que estaba por allí me auxiliaron y pude respirar. No tenía nada roto, solamente una buena hinchazón debajo de la rodilla (la misma rodilla del día de la Montesa de los puños sueltos) y la boca hinchada. Después de eso pensé que las carreras de motocross no eran lo mío y sólo utilicé la Pursang para divertirme por el campo o “entrenar” sin mayores pretensiones. 









Como expuse anteriormente, el circuito donde entrenábamos estaba junto a la vía del tren que carecía de alambradas de protección, aunque estaba algo sobreelevada y ¿sabéis qué había al otro lado de la vía? Pues un polígono industrial sin edificaciones donde solía entrenar mi amigo Manolo con la Bultaco TSS y la Derbi RAN de las imágenes. Algunas veces, cuando estaba en el circuito de cross con mi Pursang, se oía la moto de Manolo que estaba entrenando en el polígono del otro lado de la vía férrea y como me tiraba más la velocidad, cruzaba la vía y nos echábamos unos piques, él con la TSS y yo con la Pursang. La cosa estaba muy igualada, pues el circuito tenía rectas muy cortas y el desarrollo de la Pursang era más adecuado y dado que había mucha arena y gravilla suelta por algunas zonas, la moto de cross resultaba más adecuada, a pesar de las ruedas de tacos y de los frenos tan precarios para el circuito de asfalto. Total que me pasaba unas tardes de sábado de aúpa, sin el agobio de una competición oficial.


Manolo con su Bultaco TSS refrigerada por agua

Antes de terminar “la mili”, como no podía correr, colaboré con el Moto Club Gaditano, o sea, con Daniel Ibáñez, en la organización de una carrera en un nuevo circuito en el mismo recinto del Camping Vespa. Incluso me subí en una máquina excavadora para darle instrucciones al operario de por dónde iba a ir el trazado y los saltos que tenía que construir. No pude correr, pero fue una carrera inolvidable y además era la primera vez que se organizaba una carrera de moto-cross en la ciudad de Cádiz.

Autorización para la primera carrera de moto-cross en Cádiz

 

José Verdugo "El Gordito" uno de los participantes en la 1ª carrera de Moto-Cross de Cádiz, en un salto del circuito del Camping Vespa y a quien le compré la Pursang

Cuando Rita y yo nos casamos, vendimos las motos, el remolque y el Simca 900 para comprarnos un Citroën GS nuevo y ahí empezó un periodo de dos años en el que estuve sin moto, pero la afición no disminuyó y seguía leyendo revistas de motos españolas y francesas y por supuesto asistiendo como espectadores a todo tipo de carreras

En un viaje con el Citroën a Madrid, para ver un Gran Premio de España de 1978, me impresionó la Ducati Desmo 500 (bueno y muchas más, pero la Desmo la veía asequible) y poco tiempo después la compré, terminando así el bienio sin moto.

3 comentarios:

  1. Ameno como los anteriores y contado de una forma coloquial que lo hace cercano. Lo pasastes bien, estabas bien acompañado y te divertías que es lo importante.

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  2. Lástima de no haberte podido acompañar con mi Ossa 350 Super Pioner. Ahora ya con Jubiletas me voy resarciendo poco a poco.

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  3. Bueno Luis, como tú dices, ahora nos estamos desquitando con muchas salidas juntos.

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