domingo, 5 de octubre de 2025

PREPARACIÓN DEL SEAT 600 DE MI HERMANO JOSÉ MARÍA

 A raíz de leer en la revista Motor Clásico un reportaje sobre el Seat 600 Noguera-Speedwell construido al principio de la década de los '70 y sobre su reciente restauración, me acordé del Seat 600 que tenía mi hermano y que le preparó el técnico sevillano "OLYMPIA" en el barrio de Los Remedios, también por los mismos años.



Seat 600 Noguera-Speedwell

Pero también recuerdo que unos cinco o seis años antes, allá por 1966, mi padre encargó preparar un Seat 600 D descapotable que tenía en la Academia San Cristóbal con un kit de 850 c.c. (no recuerdo bien si era Conti o Nardi) nada menos que al piloto motociclista Luis Sáez que tenía el taller en la plaza del Mentidero de Cádiz. La preparación creo recordar que costaba de un aumento de cilindrada, carburador de más diámetro, árbol de levas de más cruce, colectores de escape y silenciador, suspensión rebajada, así como unas preciosas llantas cromadas más anchas además del consabido volante y tablero de instrumentos con más relojes que una de aquellas tiendas de Ceuta.




Kit similar al instalado en aquel 600


El coche quedó precioso y además andaba como un tiro como pude comprobar un día que me llevó mi hermano a dar una vuelta. Aún no había aparecido el Seat 850 Coupé, por lo que en aquel momento se le podía considerar un deportivo. Lamentablemente mi padre lo vendió enseguida (puede que los comentarios entusiasmados que le hice de como conducía mi hermano tuviesen algo que ver en ello...) y ni siquiera tengo fotos de él.

Pero a lo que íbamos. El 600 Speedwell aparecido en Motor Clásico me hizo recordar al de mi hermano y voy a tratar de repasar su pequeña historia.

El coche en cuestión provenía también de la autoescuela de mi padre y era uno que estaba próximo a alcanzar el fin de su vida como coche dedicado al aprendizaje de nuevos conductores y en vez de darlo como entrada para comprar otro nuevo, a mi hermano -que corría por entonces con un Renault 8 TS y anteriormente con un Seat 850 Coupé- se le ocurrió decirle a mi padre que por qué no lo preparaba para correr. y mi padre asintió.

Mi hermano con el Coupé en la 1ª Subida a Algar. (29- marzo 1970)

Aquí mi hermano Jose con el R 8 TS en la Subida a Medina. (14-enero-1971)



La preparación, de acuerdo con el bueno de OLYMPIA  (que corría también con ese seudónimo) consistiría en acoplarle un motor de Seat 1430. Para ello el 600 fue llevado a Sevilla a un taller de carrocería donde se repasó toda la carrocería autoportante, que ya estaba bastante baqueteada por sus años de coche de auto-escuela, y se reforzó en algunos puntos.

El preparador y piloto "Olympia" con su 600 

Luego pasó al taller de Olympia donde se le hizo el soporte para el nuevo motor y se la acoplaría una caja de cambios de Fórmula 1430 que las fabricaba Juncosa con la carcasa de la del Seat 600. Esa caja era de relación cerrada y daba gusto escuchar como empalmaba marchas el "Seíta" empujado por el motor del 1430... pero no adelantemos acontecimientos y sigamos con las reformas que se le hicieron.

Así de memoria, además de rebajar las suspensiones y poner amortiguadores de calidad, al 600 se le instalaron frenos delanteros de disco, llantas desplazadas de Fórmula 1430, neumáticos Michelin X-As, dirección de cremallera, radiador de agua en la parte delantera con electroventilador y por supuesto un aligeramiento general de la carrocería eliminando el asiento trasero y también el delantero derecho, aunque no sé si en las escasas carreras en las que participó le obligarían a ponérselo. 

Al principio estaba pintado de azul claro y blanco, pero al final lo pintaron de amarillo, y por ello el 600 Noguera Speedwell de Motor Clásico me lo recordó e hizo que me animase a escribir este artículo.

El coche lo probábamos en un polígono industrial y cuando me subía junto a mi hermano (sin el asiento) me faltaban manos para agarrarme, de lo que aceleraba. Además el sonido era impresionante pues llevaba el escape totalmente libre, similar a los Fórmula 1430.






El debut fue en la Subida a la Peña Arias Montano, cerca de Aracena y allí pude hacerle unas cuantas fotos. Ya tenía instalado el radiador en la parte delantera, pero no hubo tiempo de hacerle el hueco para que pasara el aire, así que solo entraba por el hueco de la bocina, que se le había quitado previamente, por lo que supongo que el electroventilador iría funcionando casi todo el tiempo...





 No tengo datos de la clasificación ni me acuerdo de cómo quedó, pero sí que recuerdo que mi hermano se quejaba de que era muy subvirador, sobre todo en curvas lentas cuando aplicaba "toda la caballería" de su motor colgado tras el eje trasero. Yo, que me leía todas las revistas de coches (y de motos) que había por aquel entonces y, desde mi modestia, le aconsejaba que le pusiera una barra estabilizadora en el eje trasero para ver si con eso y al inclinarse menos, tendía a deslizar un poco de atrás y compensar el subviraje, pero mi hermano me miraba como pensando: "y tú que sabrás..." así que ya no se lo dije más.

Se aprecia el subviraje


Una foto de poca calidad en la Subida a Algar


No se en cuantas carreras participó Jose con este coche y no recuerdo las clasificaciones, pues yo estaba estudiando en Sevilla y no lo acompañé a ninguna carrera más, pero al final de la temporada por lo visto cambiaba el Reglamento Técnico (el famoso Anexo "J") y al ser considerado como prototipo, al coche le exigían unas medidas de seguridad imposibles o muy caras de llevar a cabo. Entonces se le volvió a su estado de serie (por lo menos en cuanto a motor y caja de cambios) y se puso a la venta, siendo comprado por un amigo.



Y esta es la historia de un modesto coche de autoescuela que al llegar su jubilación quiso dedicarse a la competición y sin saberlo, tenía un hermano casi gemelo por Cataluña...

lunes, 30 de junio de 2025

RESTAURACIÓN Y PUESTA EN MARCHA DE UN ESCÚTER GILERA G 50 DE 4 TIEMPOS

 

Allá por 1992 compré un escúter Gilera G-50 de 4T en bastante mal estado, aunque completo, con la intención de restaurarlo.

Lo estuve viendo durante varios años, parado y en aparente abandono, junto a un bloque de viviendas situado a escasos 12 metros de distancia de la orilla del mar, pero asombrosamente no estaba apenas oxidado. Era de un color verde metalizado y al principio, sin haberme parado a observarlo bien, pensaba que se trataba de una Montesa Micro Scooter que no era sino una Laverda de 4 tiempos montada o importada (no estoy seguro) por Montesa.




La Montesa Micro Scooter

Cuando fui a hablar con su propietario para comprarlo, me sacó del error y me aseguraba que era ¡una Torrot!  Tenía una placa del Ayuntamiento de Cádiz (pues aquí era obligatorio registrar los ciclomotores) y efectivamente, en la documentación figuraba que era una Torrot.

Esta firma de Vitoria, que antes fabricaba bajo licencia modelos de la marca francesa Terrot, se vio obligada a cesar en su actividad cuando Peugeot compró la marca Terrot a finales de los ’50 para cerrarla en 1960, dejándola sin licencia de fabricación, pues Peugeot también fabricaba ciclomotores en España. Entonces, D. Luis Iriondo, propietario de la fábrica alavesa, decidió cambiar la denominación a Torrot y seguir fabricando ciclomotores con la nueva marca.

Los nuevos modelos tuvieron gran éxito por su sencillez y resistencia y eso le animó a explorar el mercado del escúter que se estaba poniendo tan de moda en la España de principio de los años sesenta del siglo pasado, con la llegada de las Iso, Vespa y Lambretta.

De esta forma, llegó a un acuerdo con la marca italiana Gilera para la importación y quizás la fabricación de su ciclomotor G 50, un precioso escúter con un curioso motor de 50 c.c. y cuatro tiempos. Era muy parecido a la Vespa 50 que conocimos en España, pero con la particularidad de su motor de cuatro tiempos situado en el lado izquierdo. Piaggio, que era la propietaria de Vespa, aún no había absorbido a Gilera, por lo que en ese momento la G 50 era la competencia directa de la Vespa 50 en Italia.

Si podemos recordar a Gilera es por ser la marca que introdujo el motor de 4 cilindros, en línea y transversal en las motos de Grandes Premios del Campeonato del Mundo, antes que MV Agusta y por supuesto antes que Honda, pero eso ya es otra historia.

Cuadro de dimensiones de la Gilera G 50


Publicidad en Italia




En Italia no precisaba ni permiso de conducir, ni matriculación



Publicidad italiana de la "pequeña Gilera"


En su país de origen -Italia- cumplía la normativa sobre ciclomotores allí vigente, que le eximía de tener que matricularlo y tampoco exigía permiso de conducir para manejarlo. Incluso ya en aquella época, en Italia, se podía conducir desde los catorce años.

 Pero en julio de 1965 en España cambió la reglamentación que regulaba las características de los ciclomotores y les obligaría a reunir las siguientes características:

1ª. Motor de cilindrada no superior a 50 c.c.

2ª. Que por construcción no puedan desarrollar en terreno llano una velocidad superior a 40 kilómetros por hora.

3ª. Poseer pedales practicables.

4ª. Una transmisión que, a través de los pedales e independientemente de la del motor, permita al conductor del vehículo accionarlo a una velocidad suficiente para su normal empleo.

5ª. Que su peso máximo, incluidos todos los dispositivos y el depósito de gasolina lleno, no exceda de 55 kilogramos.

 Además, tampoco podían llevar pasajero, aunque esta versión tenía asiento para ello.

El Gilera 50 G no cumplía ni la 3ª ni la 4ª y se veía obligado a ser matriculado como motocicleta y por lo tanto se exigía el Permiso de Conducir de Tercera categoría (restringido) como se conocía entonces al actual Permiso A-1.

Nuestro magnífico ejemplar se inscribiría como Torrot en el Ayuntamiento de Cádiz antes de entrar en vigor esta norma, concediéndosele la placa municipal número 0434 que así lo atestiguaba.

Placa Municipal que llevaba la Gilera y lo atestiguaba como ciclomotor



Y ya que estamos con la normativa, el ejemplar que tratamos, se ha podido matricular tras su restauración, como ciclomotor histórico gracias al nuevo Reglamento de Vehículos Históricos y además de estar restaurado y en perfecto orden de marcha, también está a la orden del día en cuestión de documentación.

Ese mérito es exclusivo del aficionado (pero con calidad profesional) Antonio Rojas que, con un magnífico trabajo, casi de relojero, ha conseguido hacerlo andar y además legalizarlo como ciclomotor histórico.

Volviendo al momento en que lo adquirí, lo llevé a un amigo mecánico de Chiclana que le hizo un magnífico trabajo de chapa y pintura, cambiando el color a una bonita combinación de “café con leche” y “macchiatto” muy italiana y también llegó a ponerlo en marcha. Pero le faltaba el tubo de escape, que estaba muy picado y también el cerquillo cromado del faro.

El escúter cuando llegó a la casa de Antonio


Después de esto lo dejé parado un montón de años hasta que en una conversación con mi amigo Antonio surgió la posibilidad de terminar de restaurarlo. Llegamos al acuerdo y al final se lo regalé. En un principio no mostró mucho entusiasmo por el modelo, pero tras contarle yo la historia y empezar él mismo a investigar, se da cuenta de que es un modelo raro de ver en España y además, al ser de cuatro tiempos, presenta un mayor desafío. Total, que empieza a cogerle cariño y a trabajar con verdadera ilusión en la restauración de la mecánica y en repasar detalles de la carrocería, que se encontraba en bastante buen estado. Dado que han pasado más de treinta años desde su primera restauración y que ahora no se ha tocado la pintura, tiene un aspecto de “conservado” y no restaurado, pues posee esa ligera pátina que conceden los años.

Aquí van algunas fotografías de los trabajos realizados en la mecánica y el aspecto definitivo del flamante Gilera G 50.


Empezando a meterle mano...


El motor en el banco de trabajo


Conjunto motor-transmisión


Selector exterior de marchas


Aspecto de la instalación eléctrica


La culata con la tapa de balancines


Los Balancines, a la vista


Vista del carburador


La biela en su alojamiento



El plato magnético desmontado

Aspecto del volante magnético y del ventilador





Soporte del motor


Interior del faro


Zapatas del tambor trasero

Piloto trasero (roto) y soporte de la placa de matrícula


Plato magnético y platinos


Así estaba la chapa





Balancines y muelles de válvulas


"Centralita"...


Ventilador en el volante magnético. (Hubo que buscar uno nuevo)


Transmisión





Vistas del selector del cambio


Uno de los cárteres


"Medio" motor


Detalle del carburador





Tren delantero




Amortiguador

El tren delantero, ya montado


Interruptor de luces, claxon y pare del motor



Interior del faro


El motor, restaurado y montado


Vista del puesto de mando








La flamante Gilera G 50, restaurada

Con su placa de "Ciclomotor Histórico"





El artista, junto a su obra terminada